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Mostrando entradas de noviembre, 2009

TURNO DE NOCHE

Siempre le costaba entrar. El trabajo era menos arduo, pero le cambiaba los bioritmos. Y se hacía eterno. Retrasó y ralentizó intencionadamente las tres o cuatro tareas rutinarias. Un café. El café sabe distinto por las noches. Lo tomas con más calma, lo disfrutas más, y si estás en el trabajo es casi un compañero. Leyó la prensa, con calma. Si no estuviera en el trabajo no leería la mitad de los artículos de los dominicales que se había “tragado” esa noche. Una llamada. Nada serio, resuelto en un par de minutos. Pero ya recordó porque no traía un libro. A veces llama por teléfono a veces recibe la llamada de su mujer. No se alarga mucho. Primero porque nunca pasa nada, pero está en el trabajo, y por poder puede. Segundo porque no hay mucho que hablar, hace poco que hablaron. Le jode. Puede pasarse el día separado de ella, pero le gusta acostarse un par de minutos después que ella ya abrazarla un rato antes de dormir. Otro café. Aún queda mucha noche. Ordena papeles, planea, escri

DIÁLOGOS NEGROS II

- Nunca pasó. - ¿Cómo que nunca pasó? Sabes de sobra lo que ha ocurrido. - ¿Tú lo viste? - ¡No me jodas! No necesito verlo. - Pues si no viste no digas que pasó. - ¿Pero cómo puedes decir que no ocurrió? - Fácil, y tú deberías entenderlo. - Pues no, no me entra en la cabeza. - Entonces métetelo a golpes, no me gustaría que lo tuyo fuera lo siguiente en no pasar. CYBRGHOST

DIÁLOGOS NEGROS I

-¡Dios, me encanta mi trabajo! - Tú estás loco Frank - No me jodas Eddie, mira como lo dejamos todo. Es una puta obra de arte. - Frank, eres el puto chico de la limpieza. - Si tío, pero limpio como nadie, y dime tú que humor iban a tener todos esos jefes si tú y yo no fuéramos tan buenos - Lo que digas Frank, pero estás muy mal tío. Nota Aclaratória : Frank y Eddie se dedican a limpiar escenarios del crimen. Y no, no trabajan para la Policía. CYBRGHOST

EL VIEJO CUADERNO

Conservaba la infantil costumbre de guardar cosas inútiles. Quizá por eso, y por unas cuantas infantilidades más, aquel cuaderno había llegado hasta aquellos días. Para los ajenos a su infancia podría resultar ridículo el argumento por el que aquel cuaderno había perdurado hasta ser finalmente utilizado. De niño nunca tuvo un cuaderno de tapa dura, como no tuvo otros muchos lujos infantiles banales. Estudió en un colegio de ricos, aun distando mucho de serlo. Tardaría muchos años en llegar a entender porqué él no llevaba cuadernos de tapa dura. Pero entendiéndolo, como una especie de rebelión pueril, acabó comprando, ya adulto, aquel cuaderno de tapa dura. No sabría precisar cuando, y ni siquiera recordaba el fin. Había pasado años guardado en ninguna parte y sin ningún fin. Pero un buen día empezó a garabatear notas, reflexiones, webs por ver, referencias sobre las que indagar… y llegados a ese punto aquel viejo cuaderno había absorbido un pedazo de su alma. Hasta el punto de haber p