Eran Las 3 A.M. cuando sonó el móvil. La conversación fue breve. Se levantó como un resorte y arrojó a la ducha; a traición, si no a estas horas el cuerpo se resiste. Calentó café mientras subía las persianas. Una niebla del carajo. “De puta madre” masculló entre dientes. Se vistió deprisa y bajó al garaje. Dio un par de palmadas al capó del coche susurrándole “Somos buenos socio, por eso nos llaman”. Trataba al coche como si fuera su caballo. Se puso sus guantes de conducir. Muchos lo tachaban de excéntrico, y a él no le gustaba ponérselo difícil. Y una vez más la misma historia, aún de noche, una mala carretera, varias horas al volante y un encargo. Hoy le dolía un poco la cabeza. Eso, y las entradas al masajearla, le recordaron que empezaba a estar viejo para este trabajo. Al coche le estaba costando entrar en calor. “¿Tú también socio? ¡Vamos!, podía ser peor, hoy no hay hielo, eso sí sería una mierda” CYBRGHOST
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