El tribunal apreció cierta rigidez en su mirada. El jurado
debatía si era producto de la culpa o la insensibilidad del psicópata. Ninguna
de las dos opciones ayudaba al acusado. Tampoco lo hicieron las declaraciones
del séquito de testigos de la Fiscalía. El veredicto parecía obvio. Pero la
defensa dio un giro magistral al caso. Consiguió justificar esa mirada. El
forense certificó, “sin ningún género de duda”, que el acusado estaba ya cadáver
en el momento del crimen.
Miguel Ángel
Pegarz
CYBRGHOST
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