Mientras la impía lluvia borraba la rayuela y todos los niños corrían a refugiarse en los soportales, el carpintero observaba desde la ventana, negando disgustado con la cabeza. Su chico sonreía satisfecho; se había retirado minutos antes de la tormenta, enfadado por las burlas del resto por su torpeza en el juego. El carpintero llamó a su mujer, y señalando la escena le dijo: “María, ya te advertí que no era buena idea que Jesús bajase a jugar con el resto de críos”. Miguel Ángel Pegarz c YBRGHOST Para ReC. Frase de inicio obligado en cursiva.
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