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ÚLTIMA PARADA

Hacía un día de perros y no veía la hora de que llegara el maldito tren que le devolvería  a casa. Subió apresurado y se sentó en el primer departamento en que halló hueco. Se quito la gabardina y la gorra y más tranquilo, tomó asiento. Una vez acomodado hizo un breve recorrido visual por sus acompañantes: Una señora mayor que miraba alternativamente con recelo a todos los pasajeros mientras asía con firmeza su bolso. Una chica joven, y siendo francos bastante guapa, que bajaba la mirada apenas se encontraba con otra. Un maduro gordinflón que debiera pagar dos billetes, pues ocupaba dos puestos. Y un tipo más o menos de su misma edad, que no se había quitado el abrigo, pese a que no hacía frío en el vagón, y un sombrero tapándole la cara, seguramente tratando de dormir un poco.
El tren abandonó aquella infernal estación y continuó su rumbo con intenso y constante traqueteo. Tras recorrer sus buenos kilómetros de llanura, alcanzó las montañas y comenzó el juego de luz y oscuridad de los túneles. En el tercero de ellos, un súbito estruendo. Al salir del túnel, el tipo del sombrero no estaba, la anciana dejó caer el bolso, la hermosa joven y el obeso, miraban horrorizados e inmóviles el orificio en su frente y la sangre que manaba pulsante.
Simultáneamente, a muchos kilómetros de allí, una chica recibía una carta sin remitente. La abrió y la leyó:
“Aún no me conoces, pero pronto seré el hombre de tu vida. Ya nadie nos lo impide”

Miguel Ángel Pegarz

cYBRGHOST

Comentarios

  1. Me ha costado entender quién recibe el balazo, entiendo que es el protagonista de la historia. ¡Cualquiera se monta ahora en un tren! ;-) Por cierto, está genial que pongas los micros locutados.

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    Respuestas
    1. Efectivamente, lo entendiste bien. Me gusta esta historia y a la vez me chirría, algún día será reescrita, incluso puede que ampliada.
      Celebro que te guste lo de las locuciones, la intención es seguirlo haciendo.
      Gracias por leer y muchas más por comentar.
      Salud.

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